La Simetría de la Nuez, de Laura Garavaglia; l´atomo resta.


 

La simetría de la nuez es el título de la antología con la que la editorial La Garúa nos presenta la obra de la poeta Italiana Laura Caravaglia (Milán, 1956), una edición bilingüe de exquisita factura, cuya traducción corre a cargo de Giovanni Darconza y agrupa poemas de sus cuatro poemarios La vida y el sueño, Breves Vacaciones, Las fuerzas débiles y En el cono de la sombra. Todo un tratado en el que la autora nos desvela su pasión por la ciencia y la física con la poesía como herramienta de transmisión. Una manera de interrogar al mundo en busca de respuestas precisas o nuevas perspectivas por las que seguir indagando.

Ya Marie Curie, Premio Nobel de Física y descubridora de la radioactividad, tuvo presente en su pensamiento científico elementos de la poesía, llegando a afirmar que «la ciencia tiene una gran belleza y la investigación tiene un sentido casi poético», por ello no resulta tan extraño que otros autores aproximen a la poesía disciplinas científicas como la física o las matemáticas, dotándole a esta de una particularidad a la hora de afrontar las temáticas e incluso la creación de los textos, como en el caso de Caravaglia quien introduce en sus poemas, raramente de más de ocho versos, referencias al átomo «miserable enjambre de átomos /me siento como un punto en el globo/del universo mudo que se extiende», a la partícula, las fuerzas breves o la sinapsis cuántica, «lo infinitamente pequeño/es la fábula del niño» pero sin dejar de lado una línea de  aspecto vitalista, donde la observación del entorno se vuelve bandera que ondear a modo de trascendencia «el cielo cuajado en fractales sin forma/escenarios de oscuridad, la sombra de las casas./El tiempo no da marcha atrás, renuncia./Virtual el presente./De lo que somos no queda nada.»

La Simetría de la Nuez de Laura Caravaglia, un compuesto de poesía y ciencia para mostrarnos en sus versos una declaración intenciones «Amo la ciencia que no da/lugar al engaño del tiempo/de la fe y del sueño» porque como la propia autora propone; «Todos somos materia de la vida».


Me dices nunca hay paz en este sitio.

Lo dices y levantas la mirada. Pero el remordimiento

retuerce las vísceras y la envidia

arranca los tendones con sus ganchos.

Mordería el amor, si fuese manzana o pan.

Me llenaría la boca, el estómago.

Mas ya es mucho poder estar cerca

cáscaras de nueces, simetrías de la nuez

sobre las olas de nuestros cuánticos destinos.

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